No es que sea plenamente fan de todo lo que tenga que ver con celebrar fiestas impuestas por la sociedad, pero este año me resulta imposible no hacer un guiño a San Valentín.
Con labios rojos y lencería de Vanity Fair (otro rollo), me adentro en tres planes para terminar… Bien.
La primera parada es una puesta a punto en el Nail Bar de OPI. Desde que tengo uso de razón me encanta cuidar mis uñas y qué mejor excusa que el lanzamiento de la colección de Grey (no porque sea fiel de la saga, qué desacato), sino por el ferviente entusiasmo de sus seguidoras, por el cual te ves irremediablemente arrastrada. Manicura y pedicura en gris, en Grey.
Como el mariposeo en el estómago quema calorías, para la cena me sumo a la revolución de reservar mesa con Réstalo, los mejores restaurantes y a precios especiales (enganchada ya a esta web). Mi elección para este día: El patio del Fisgón, en C/Don Ramón de la Cruz (Madrid).
Y como no hay cena sin cine, el pre-cúlmen de la noche va de la mano de dos entradas para ver “Cincuenta Sombras de Grey”, una adaptación cuestionable, pero ÉL, ay él.
El resto cosa vuestra. Feliz San Valentín.
SiL