El verano ha terminado y debemos afrontarlo. Sí, lo sé, estamos en octubre y tendría que haber asumido esta cuestión hace ya unas semanas, pero tenía mis razones para no hacerlo.
Mientras aún tachábamos los días de septiembre en el calendario, teníamos la esperanza de seguir aferrados a la calurosa estación, al fin y al cabo hasta el 23 de este mes no la damos por finalizada y siempre hay tiempo para tomar la penúltima cerveza a orillas del paseo marítimo. Además, después vendría el famoso Veranillo de San Miguel, ése que tras el susto de "elotoñoyaestáaquí" (algo para lo que El Corte Inglés nos prepara desde abril) nos vuelve a regalar unos días de sol y mangas cortas, por lo que extender el verano es una cuestión más de funcionalidad que de capricho (imaginad cambiar el armario de verano por el de otoño para, en una semana, volver a sacar la ropa de verano y, a los pocos días, la de otoño otra vez. No es práctico, lo miremos por donde lo miremos). Por eso mi verano dura hasta octubre.
Y ya estamos en octubre, y lo único que me queda ahora de aquellos soleados meses son unas cuantas imágenes en instagram (ni siquiera el rastro del bronceado caribeño estival), a las cuales cada vez me es más difícil llegar porque son cubiertas por otras similares gracias a esa insana manía que tenemos de sólo hacer fotos con el móvil porque "¡Oh, dios, cargar con la cámara, qué pesadez! Pero, eh, sorpresa: he descubierto Polabox, una cajita con instantáneas impresas en forma de polaroid y directamente extraídas de nuestro instagram (o del de aquel pivón de la playa... Todo se puede seleccionar). BIEN.
Y así, mientras los moodboards de corcho (esos que todos tenemos colgados en la habitación desde la adolescenciay si no tenéis uno no habéis tenido adolescencia) se renuevan con imágenes de la nueva temporada y tendencias otoñales, en un trocito del mío cuelga el verano de 2014 sólo para recordarme (sin necesidad de rebuscar en las profundidades de cualquier red social) que cada vez queda menos para el de 2015.
Mientras aún tachábamos los días de septiembre en el calendario, teníamos la esperanza de seguir aferrados a la calurosa estación, al fin y al cabo hasta el 23 de este mes no la damos por finalizada y siempre hay tiempo para tomar la penúltima cerveza a orillas del paseo marítimo. Además, después vendría el famoso Veranillo de San Miguel, ése que tras el susto de "elotoñoyaestáaquí" (algo para lo que El Corte Inglés nos prepara desde abril) nos vuelve a regalar unos días de sol y mangas cortas, por lo que extender el verano es una cuestión más de funcionalidad que de capricho (imaginad cambiar el armario de verano por el de otoño para, en una semana, volver a sacar la ropa de verano y, a los pocos días, la de otoño otra vez. No es práctico, lo miremos por donde lo miremos). Por eso mi verano dura hasta octubre.
Y ya estamos en octubre, y lo único que me queda ahora de aquellos soleados meses son unas cuantas imágenes en instagram (ni siquiera el rastro del bronceado caribeño estival), a las cuales cada vez me es más difícil llegar porque son cubiertas por otras similares gracias a esa insana manía que tenemos de sólo hacer fotos con el móvil porque "¡Oh, dios, cargar con la cámara, qué pesadez! Pero, eh, sorpresa: he descubierto Polabox, una cajita con instantáneas impresas en forma de polaroid y directamente extraídas de nuestro instagram (o del de aquel pivón de la playa... Todo se puede seleccionar). BIEN.
Y así, mientras los moodboards de corcho (esos que todos tenemos colgados en la habitación desde la adolescencia
Take care,
Javo