En ocasiones, la rutina nos atrapa sobremanera. Tanto, que parece que la ciudad que antes manejábamos a nuestro antojo nos termina engullendo en una espiral de estrés / ansiedad / taquicardia / desesperación (quizá hayamos exagerado un poco).
En estos casos, en los que más bien buscamos una excusa convincente que una razón coherente, la mejor solución es agarrar carretera y manta y escaparse. Nuestra opción durante el último puente madrileño: el inseprable Opel Adam y nuestra segunda casa, Valencia.
Quedarse charrando hasta el amanecer poniéndonos al día
(tómese esta acción como terapia antiestrés)
(tómese esta acción como terapia antiestrés)
Descubrir sitios nuevos (El Rodamón de Russafa. C/ Sueca, 47. Ruzafa, Valencia)
Escaparnos a "nuestra" playa
(aquí a todo le ponemos el "nuestro/a" delante, los valencianos aún no se han quejado por ello)
(aquí a todo le ponemos el "nuestro/a" delante, los valencianos aún no se han quejado por ello)
Sil aparcando y desaparcando compulsivamente tras descubrir el park assist y volverse loca
(ver vídeo)*Gafas/Shades: Police Neymar Edition; Zapatos / Sandals: Satorisan; Eco-bag: Bershka
Simulacro de paseo con bebé por el centro de Valecia
(Buscad al bebé y, después, vista al carro. Siempre pasa lo mismo y nunca sabemos cómo)
(Buscad al bebé y, después, vista al carro. Siempre pasa lo mismo y nunca sabemos cómo)
Playa otra vez y helado por el paseo
Y aunque todo lo bueno se acaba y las obligaciones llaman de nuevo a la puerta, las pilas están cargadas y la mente lo suficientemente fresca como para maquinar la siguiente excusa y volver cuanto antes.
Take care,
Javo