Según la RAE, el Punk es un movimiento musical aparecido en Inglaterra a fines de la década de 1970, que surge con carácter de protesta juvenil y cuyos seguidores adoptan atuendos y comportamientos no convencionales.
Así es como generalmente se inicia un artículo cuando no sabes muy bien qué decir, citando a la RAE. Y es que sin palabras me he quedado tras pasar la noche en vela analizando la alfombra roja de la MET Gala 2013 en chándal y con las gafas de aumento puestas. La exposición de este año, que podrá verse en el Museo Metropolitan de Nueva York hasta el 14 de agosto, rinde homenaje al movimiento inglés bajo el título ‘Punk: Chaos to Couture’, aunque la balanza se ha inclinado más al caos que a la costura.
Si tenemos en cuenta que Anna Wintour, una de las principales organizadoras del evento, justificaba la elección de su floreado Chanel Alta Costura alegando que contenía pinceladas rosas, que el “pink is the color of punk” y que ella se pasa por el Arc de Triomphe cualquier sistema establecido, os podéis imaginar el percal del resto de invitadas: perdidas en cuanto a la temática de la fiesta nivel Diane von Furstenberg pensando que iba a Studio 54 o Haile Stainffel asegurando muy seria que su cantante punk favorita es Avril Lavigne.
Entre tanto festival de la carne, el escote, la pierna y la sinsustancia masculina, podríamos considerar ese punto rebelde de Wintour como una auténtica sentencia punk (y el desmadre de las invitada,s ídem), pero ni con esas.
Dicho lo dicho, puesto y dispuesto, rankings de más y menos elegantes establecidos y antes de que alguien corte nuestro discurso como le pasó a Vivienne Westwood (madre punkarra) mientras hablaba del militar encarcelado por el Caso Wikileaks, separamos la paja del grano y confirmamos que, si de nosotros hubiese dependido el derecho de admisión a la Punk Fashion Party, la MET Gala 2013 habría sido más una reunión íntima que la multitudinaria fiesta de la moda que se considera. Porque en estos casos no hay peor o mejor vestida, se es os no se es (punk) objetivamente.
*Anne Hathaway. Valentino vintage de 1992. Una de las actrices más odiadas de Hollywood convirtiendo una marca clásica en lo que se requería con la cabeza bien alta (y rubia).
*Miley Cyrus (aka Hannah Montana). Marc Jacobs. En algún sitio tenía que encajar su nueva imagen.
* Cara Delevinge. Burberry Prorsum. Más allá de su espinoso escote, su actitud de auténtica motherfucker hubiera convertido cualquier cosa en punk.
*Coco Rocha. Ungaro. Porque ella se lo cree y nos lo hace creer.
*Sarah Jessica Parker. Giles, tocado de Philip Treacy y botas Louboutin. No podía faltar la reina del estilismo. La pereza sobrevuela las últimas apariciones de la que ha sustituido su nombre por el de Carrie, pero si hay alguien que se pone y consigue lo que se propone estilísticamente hablando, esa es ella. Y que tiene 48 años y va enseñando el toto como una rebelde sin pudor.
* Derek Blasberg. Esmoquin desconocido. Cuando el dress code te limita y te montas tu propia historia. Y si tienes que tatuarte falsamente los nudillos, lo haces.
*Sofia Coppola. Marc Jacobs. En pijama
Marc Jacobs. Commes des Garçons. En pijama.
* Rooney Mara. Givenchy Couture. Demostrando por qué ha sido la anfitriona de este año.
Claro ejemplo de que el punk no precisa del color negro ni alfileres o pinchos. Ni siquiera del blanco, de los encaje o de las cremalleras, sino de la actitud correcta.
Take care,
Javo