Bienvenido a mi bucle sin dirección de mirar el tiempo y dejarme llevar por los trastornos de la meteosensibilidad. A mí me pasa: sufro de una dolencia que me he autodiagnosticado al analizarme a mí misma tras observar mis cambios de humor debido al tiempo. “Bipolaridad”, me dije al principio. Pero he considerado que si viviera en Seattle terminaría sufriendo algún trauma crónico.
Como lo principal es reconocer que tienes un problema, tras hacerlo decidí combatirlo. Y vengo aquí a explicar cómo.
El remedio se ha vuelto tan mecánico como observar el tiempo y acuñar a cada temperatura algo para combatirlo (lluvia-nubes) o acompañarlo (sol-calor). Este es el plantel de esta semana en Madrid y mis decisiones para cada día.
LUNES.- Unas grandes gafas de sol para contrarrestar las ojeras y el jet lag de fin de semana. Fotofóbica entera.
MARTES.- Camiseta blanca y suje flúor para acompañar al sol que hará. Desinhibiciones fuera.
MIÉRCOLES.- Si no me atrevo a ir en piernas, medias plumeti.
JUEVES.- El jueves nos vamos de afterwork. Bolso enorme para todo el día, llegaremos tarde a casa.
VIERNES.- Salimos de copas en sandalias. Quedan 2 meses para el verano, qué demonios.
SÁBADO.- Llueve. Paraguas amarillo y plan indoors.
DOMINGO.-. Paseo dominguero con los labios fucsia, nos despedimos del fin de semana con ese toque de color…
Costumbres absurdas donde las haya.
Take care,
SiL